¡La carta que Najmánides (Ramban, Rabí Moshé Ben Najmán) enviara a su hijo desde Acre, Israel a Cataluña, España, no quedó a través de los siglos como una simple carta de padre a hijo, dándole buenos consejos de conducta y del cumplimiento de su deber espiritual como judío, sino que a lo largo de generaciones trascendió hasta llegar a ser un documento de enseñanza y guía del pueblo judío. Es fuente maravillosa del saber, del pensar y del sentir, que tonifica y refresca. Es como una luz que ilumina nuestro sendero del bien. Le ordenó que la leyera al menos una vez a la semana, ya que entonces le concederían del Cielo todos los ruegos.
¡Dichoso quien lee su contenido!
"Oye hijo mío, escucha el consejo de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre” (Proverbios 1:8). Acostúmbrate a expresarte con tranquilidad hacia cualquier hombre y en todo momento. Y, de esta forma, te apartarás de la cólera, que es una mala cualidad que provoca el pecado del hombre.
Dijeron nuestros Rabanim z”l: A quien se enfada se le castiga con todas las categorías del infierno, pues está escrito: “Aparta la ira de tu corazón y sacarás el mal de tu cuerpo” (Eclesiastés 11:10). Se interpreta que la maldad es el infierno, pues leemos: “Y también el malvado en el día de su juicio... Y el veredicto para un malvado es el infierno” (Proverbios 16:4).