Todo depende desde dónde lo veas...
Una persona invitó a su casa a un Rabino y cuando éste llegó, sentó a su lado a su perro.
-¿Qué es esto- preguntó el Rabino enojado -qué hice para que me avergüences de esta manera?
-¡Rabino -exclamó el dueño de casa- de ninguna manera deseo ofenderlo, sino darle un poco de honor a mi perro, que se lo ha ganado!.
Cierta vez vinieron ladrones a la ciudad y uno de ellos se quiso llevar a mi mujer, entonces el perro lo atacó, mordiéndolo y dejándolo rengo.
Ierush. Trumot, 8.
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