LA CAMISA DEL HOMBRE DE LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN.
No le envidiaron sus hermanos la camisa a rayas, con la que los vistieron también a ellos cuando los bajaron del tren. Ni los sueños interpretó, ni de sus haces se levantó, ni nadie un cordero inmoló para manchársela de sangre. A sus progenitores no conoció, ya que fueron múltiples sus descendientes. Sólo murmuró: malas bestias... y nos los volvió a ver.
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