lunes, 22 de septiembre de 2014

Rosh Hashaná: Un retorno permanente a nosotros mismos.

Nunca es el mismo Rosh Hashaná que, sin embargo, es el mismo. Un tiempo nuevo para celebrar el mismo tiempo.


Así son los ciclos de la vida: parece que avanzan linealmente, pero de alguna manera se está retornando a lugares distintos. Así es la identidad, un retorno permanente a quienes somos, que nunca es el mismo. Por eso la identidad es la búsqueda que nunca termina, por eso la identidad es una apuesta al crecimiento y al cambio. Por eso la identidad nunca es dogmática, sino que implica conectar con lo diferente de mí para nutrirme y seguir buscando.

¿En qué cambié este año y qué cosas seguiré cambiando? ¿Quién dejaré de ser y quién seguiré siendo?

En Rosh Hashaná nos miramos a nosotros mismos, pero cuando miro adentro puedo ver cosas muy distintas. Puedo verme solitario, desesperado por aferrarme a lo mío y por ello constryéndome murallas para resguardarme. O puedo verme a la inversa, en una labor paciente de desmontaje de esos muros de los que provenimos para encontrarme allí adentro enlazado con otros adentros, con otras voces, con otras manos. Mirar para adentro y sólo verse a uno mismo es haber perdido la orientación: el adentro y el afuera se presentan de maneras muy misteriosas. Nadie hay solo en este mundo, salvo que uno sólo se crea todo el mundo.

Celebramos un año nuevo judío y no hay mejor manera de hacerlo que creando las condiciones para una vida más digna, más justa y más sensible.


¡Un año dulce y bueno para todos!

domingo, 14 de septiembre de 2014

Rosh HaShaná: El primer día de nuestra vida.

Nuestros Sabios dicen que en este primer día de vida del hombre Di-s se apiadó de él y en el futuro también se apiadará de su descendencia.


Dice el Midrash Pesiktá Rabatí:
“En Rosh Hashaná fue creado el primer hombre. En la primer hora (del día sexto de la creación, es decir de Rosh Hashaná) D’os decidió crearlo; en la segunda hora se aconsejó con los ángeles; en la tercer hora juntó el polvo de la tierra del cual sería creado; en la cuarta lo mezcló; en la quinta lo convirtió en materia informe; en la sexta le dió forma; en la séptima le insufló el alma; en la octava lo puso en el Gan Edén; en la novena le prohibió comer del fruto del árbol del bien y del mal; en la décima el hombre pecó; en la undécima fue juzgado; y en la duodécima D’os se apiadó de él en el juicio.
Le dijo D’os al hombre: ‘Esto es una señal para tus hijos (descendientes): así como has estado delante Mío en el juicio en este día y me apiadé de ti, así también tus hijos estarán delante Mío en el juicio y me apiadaré de ellos’”.
Gracias a este Midrash, ahora podemos tomar conciencia del real significado que tiene el día de Rosh Hashaná para el judaísmo. Así como en el día de Rosh Hashaná el primer hombre fue juzgado por sus acciones, asimismo todos nosotros somos juzgados en este día por las acciones – buenas o malas – que hayamos hecho el año que finalizó, de allí Nuestros Sabios dicen que en este primer día de vida del hombre D’os se apiadó de él y en el futuro también se apiadará de su descendencia. 

lunes, 1 de septiembre de 2014

Elul: Mes del regreso a la fuente y el renacimiento

"La Teshuvá, la Tefilá y la Tzedaká anulan cualquier decreto adverso" - El Talmud.


El Midrash nos cuenta que cuando Di-s se dispuso a crear al hombre, pidió el consejo de sus servidores.

Llamó a la Torá y le dijo:

-Crearé un hombre. Pero si éste pecara contra Mi ¿qué he de hacer?
A lo que la Torá respondió:
-Que traiga una ofrenda de expiación y su falta le será perdonada.
Preguntaron a su vez a Di-s:
-¿Si el hombre pecara, qué será de él?
Y Di-s respondió:
-Que se arrepienta y retorne a Mi, ofrezca un sacrificio de expiación y será perdonado.

Ello se logra a través de Teshuvá, Tefilá y Tzedaká

Teshuvá es el "retorno" a Di-s. Implica el abandono del mal camino y la firme resolución de adaptarse a Sus leyes, expresadas en la Torá. 

Tefilá es la unión con Di-s lograda a través de la plegaria.

Tzedaká es la caridad, la hermandad y el amor entre judíos.

A través de estos tres pilares, el judío que retorna al Creador e impone sobre sí una conducta de acuerdo a Sus deseos, despierta en el Creador un sentimiento de acercamiento recíproco, es aceptado, y logra que los ruegos de su corazón se conviertan en realidad.


Fuente: tora.org.ar