lunes, 22 de septiembre de 2014

Rosh Hashaná: Un retorno permanente a nosotros mismos.

Nunca es el mismo Rosh Hashaná que, sin embargo, es el mismo. Un tiempo nuevo para celebrar el mismo tiempo.


Así son los ciclos de la vida: parece que avanzan linealmente, pero de alguna manera se está retornando a lugares distintos. Así es la identidad, un retorno permanente a quienes somos, que nunca es el mismo. Por eso la identidad es la búsqueda que nunca termina, por eso la identidad es una apuesta al crecimiento y al cambio. Por eso la identidad nunca es dogmática, sino que implica conectar con lo diferente de mí para nutrirme y seguir buscando.

¿En qué cambié este año y qué cosas seguiré cambiando? ¿Quién dejaré de ser y quién seguiré siendo?

En Rosh Hashaná nos miramos a nosotros mismos, pero cuando miro adentro puedo ver cosas muy distintas. Puedo verme solitario, desesperado por aferrarme a lo mío y por ello constryéndome murallas para resguardarme. O puedo verme a la inversa, en una labor paciente de desmontaje de esos muros de los que provenimos para encontrarme allí adentro enlazado con otros adentros, con otras voces, con otras manos. Mirar para adentro y sólo verse a uno mismo es haber perdido la orientación: el adentro y el afuera se presentan de maneras muy misteriosas. Nadie hay solo en este mundo, salvo que uno sólo se crea todo el mundo.

Celebramos un año nuevo judío y no hay mejor manera de hacerlo que creando las condiciones para una vida más digna, más justa y más sensible.


¡Un año dulce y bueno para todos!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario