martes, 17 de mayo de 2016

El valor religioso de la bandera de Israel

El celeste se parece al mar,
el mar al cielo y el cielo al trono celestial...


El judaísmo es la única religión que exige a sus fieles formar parte de una nación. La esencia del nacionalismo judío es ser ‘‘un reino de sacerdotes y un pueblo santo.’’ Todas las naciones del mundo tienen orgullo nacional y lo expresan entre otras mediante el respeto a su emblema patrio. Nosotros debemos estar más que orgullosos de nuestra nacionalidad que es la esencia de nuestra existencia ‘‘puesto que eres un pueblo santo para Dios y a ti te ha elegido el Eterno para que le pertenezcas más que todos los demás pueblos que hay sobre la tierra’’(Devarim 14:2). No somos un simple cúmulo de individuos sino una nación completa que transita por el camino de Hashem. Para recalcar nuestro carácter de nación Moshé instauró una bandera que exprese entre otros el hecho de que salimos de la esclavitud libre y altivamente ‘‘con gran poderío y públicamente’’ según Rashi en Shemot 14:8.




Es apropiado elegir un color que represente nuestro intento o deseo de apegarnos a la Shejiná o Divina Presencia y este color es el celeste tal como dice el Talmud Babilonio en el Tratado de  Sotá 17(1): ‘‘el celeste se parece al mar, el mar al cielo y el cielo al trono celestial’’

El celeste es una suerte de envoltura o vestidura de Hashem (Midrash Bamidbar Rabá 14:3) e inclusive el arca del pacto era recubierta de una tela celeste (Bamidbar 4:6). El Midrash Tanjuma a la Parashá de Shelaj (Bamidbar 30) nos dice que cuando el Pueblo de Israel contempla el tzitzit de color celeste parece como que la Divina Presencia se encuentra entre ellos. Es muy probable que si Israel se hubiese constituido como estado religioso halájico nuestra actual bandera sería exactamente la que los sabios de la generación habrían elegido. Este pabellón sería el que colgaríamos en nuestra ventana el Día de la Independencia, lo colocaríamos en el beit kneset y flameándolo alegre y orgullosamente declararíamos: en efecto, ¡Somos el pueblo de Hashem!

Vean que maravilla, los padres fundadores del sionismo sin ser personas religiosas nos legaron la bandera más religiosa que podían habernos ideado. 
David Wolfsohn, delegado al primer congreso sionista en 1897 nos relata que el motivo por el cual Herzl adoptó la actual bandera fue por su similitud a un talit de oración.

El pueblo de Israel, hoy el pueblo amado por Dios. La bandera representa a la nación que aparentemente se encuentra alejada de las tradiciones pero sigue siendo el pueblo que Hashem eligió y por lo tanto nuestro deber hoy no es anular toda expresión de nacionalismo sino difundir con amor y paciencia la esencia verdadera del judaísmo y así esperemos que pronto en nuestros días la bandera represente orgullosamente a ojos de todos los iehudim el hecho de ser el pueblo de Dios.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario